Cómo es un día en el sector de la cárcel de Ezeiza que aloja a los presos por corrupción.
abricar bolsitas de papel, trabajar en la huerta, aprender a reparar computadoras, tomar clases de guitarra. Estas son sólo algunas de las actividades que forman parte de la rutina en el Módulo 6 del Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza. Tareas que suelen ser comunes en muchas cárceles, sólo que los protagonistas en este sector son los presos que más captaron la agenda mediática este año: los detenidos por causas de corrupción .
En ese módulo son alojados Amado Boudou , Carlos Kirchner, Carlos Zannini , Ricardo Jaime , Lázaro Báez , Jorge Chueco , Daniel Pérez Gadín , José López , el «Pata» Medina, Cristóbal López , entre otros. Todos ellos están bajo el Sistema de Intervención para la Reducción de Índices de Corruptibilidad (IRIC), que apunta a prevenir situaciones de corrupción dentro del penal.
El sector funciona como una unidad independiente, con su propio director y jefe de seguridad interna. Unos 38 miembros del Servicio Penitenciario Federal (SPF) trabajan en el lugar, en turnos de 6 horas.
«Destacamos el trabajo y la entrega de los agentes y el profesionalismo del programa IRIC demostrando día a día su compromiso y profesionalismo», dijo a LA NACION Juan Bautista Mahiques, subsecretario de relaciones con el Poder Judicial y asuntos penitenciarios del Ministerio de Justicia.
El módulo tiene cuatro pabellones de una sola planta, en donde hay 42 detenidos en celdas individuales. Cada pabellón tiene un área de uso común, que funciona, entre otras cosas, como comedor. Allí hay un televisor, un freezer, una heladera, un anafe, una estufa, un ventilador y tres teléfonos fijos. También tienen una mesa con banquitos atornillados al piso. Además hay un patio interno por pabellón.

El módulo cuenta con un gimnasio que comparten los cuatro pabellones y una huerta donde todos los internos del sector pueden trabajar voluntariamente.
Cada detenido tiene su celda “húmeda” individual (mide 6×3 metros). Se llama así porque tiene el baño incluido (un inodoro y un lavabo). También tiene una cama, una mesa, un banquito y un mueble para la ropa. Si quieren, los internos pueden solicitar autorización para tener un ventilador dentro de la celda, adquirido por ellos mismos. El artefacto debe pasar por un estricto control de seguridad.
Rutina diaria
Todos los días a las 7 de la mañana se hace un recuento de internos. Terminado el proceso, las celdas quedan abiertas y los presos de un mismo pabellón comparten los espacios comunes. También pueden participar de diversas actividades.
Durante el verano, cuando la sección educativa entra en receso, se suman otras opciones. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa ) proyecta películas y plantea debates sobre cine.

La huerta siempre está activa para quien quiera participar y también pueden realizar distintos deportes, como fútbol o voleibol. En el pabellón donde está alojado Boudou, por ejemplo, uno de los internos hace las veces de “preparador físico”. El ex vicepresidente suele sumarse a esta actividad, según pudo averiguar LA NACION. También hay clases de guitarra y partidos de metegol o ping pong.
En cuanto a los talleres laborales, en este módulo se dictó el curso para fabricar bolsitas de papel y el de reparación de computadoras. Según pudo saber LA NACION, ambos talleres fueron muy populares entre los presos por causas de corrupción este año.
A las 14 el SPF reparte las viandas del almuerzo, aunque los internos también puede cocinar su propia comida en el área de uso común. Un detalle: cuchillos y otros elementos cortantes deben ser devueltos por la noche, cuando ya no se requieren para tareas culinarias.
Visitas
También forman parte de la rutina una serie de requisas que se realizan de forma periódica. Además, una vez durante la semana y los fines de semana los internos pueden recibir visitas.
En general se permiten hasta 7 visitantes por preso. Por ejemplo, Julio De Vido recibió para su cumpleaños a su esposa, dos de sus hijos, su yerno, la suegra y su hermana. Aunque luego reclamó que no dejaron entrar a sus amigos.
Para las visitas el módulo tiene un salón especial, que incluye habitaciones para las llamadas “visitas íntimas”. Al ser espacios de uso común, el límite en la cantidad de personas que pueden recibir sigue la lógica de permitir que haya lugar para los allegados de todos los internos.
A las 19 horas se realiza un nuevo recuento. Los presos vuelven a ser “engomados” (encerrados, en la jerga carcelaria). Luego del recuento las celdas vuelven a abrirse y permanecen así hasta la medianoche. Las viandas de la cena son repartidas antes y los presos pueden comer cuando así lo deseen.
A diferencia de otras cárceles, en este penal las celdas tienen luces individuales, por lo que una vez apagadas las de las áreas comunes, ellos pueden permanecer con la luz de su celda prendida. En este módulo, muchos aprovechan las primeras horas de la noche para leer libros.
El Hospital Penitenciario Central

En el Complejo de Ezeiza funciona el Hospital Penitenciario Central (HPC), por donde pasaron varios de los presos por causas de corrupción detenidos este año. El lugar funciona como un hospital de agudos: tiene un shock room con dos camas y todos los aparatos necesarios para tratar casos de emergencia, y también una guardia común para casos menos graves.
Además tiene unas 50 habitaciones individuales para internación y consultorios de oftalmología, dermatología, odontología, gastroenterología, kinesiología, medicina clínica, neurología, ginecología, traumatología, dermatología e incluso mecánica dental.
Aquí se atienden con turnos programados los presos y presas de este y el resto de los penales bajo la órbita del SPF.
En el HPC también hay un área de radiología, con aparatos para hacer mamografías, ecografías y otros estudios. La sala de espera es tal vez el área que más diferencia marca con un hospital común: una celda con varios bancos para que esperen los internos más tranquilos y una serie de bancos individuales tras altas rejas, en el caso de que el interno que aguarda ser atendido sea conflictivo.

Según pudo saber LA NACION, las consultas más comunes son por traumatología, especialmente por dolores de espalda. Aunque, dada la población añosa en Ezeiza, también se hacen muchos controles y estudios de cardiología. Lázaro Báez, por ejemplo, ha sido revisado en varias oportunidades por el cardiólogo del HPC.
Los internos son derivados por los “médicos de cabecera”, que son los profesionales que tiene cada unidad y que analizan el estado de salud y las solicitudes de los internos antes de definir si requieren ser enviados al hospital.